jueves, 2 de enero de 2014

La temperatura global podría subir 4 grados este siglo

Investigadores de Australia indican en la revista 'Nature' que el dióxido de carbono afecta al cambio climático más de lo que se creía hasta ahora.

Mapa global del cambio climático en el siglo XXI. (NOAA)
Las temperaturas medias globales de la superficie de la Tierra aumentarán por lo menos 4° C para el año 2100 y, potencialmente, más de 8° C en el año 2200 si la humanidad no consigue reducir las emisiones a la atmósfera de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, según una investigación liderada por científicos de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW, Australia) que publica esta semana la revista Nature.

El equipo encabezado por el profesor Steven Sherwood, del Centro de Excelencia en Sistemas de Ciencia del Clima, de la UNSW presenta en su estudio una nueva interpretación del papel que tendrá el vapor de agua y la formación de nubes en las capas bajas de la atmósfera en el proceso del calentamiento global. Además, la investigación indica que las emisiones de dióxido de carbono tendrán más efecto sobre el cambio climático de lo que indicaban hasta ahora la mayoría de los modelos climáticos.

Resultados muy pesimistas

Los resultados de esta investigación muestran, en ambos casos, resultados muy negativos sobre las previsiones de aumento de las temperaturas para las próximas década, muy por encima de los 2 grados que los expertos consideran como el límite a partir del cual se deben esperar impactos muy graves para las actividades humanas.

"Anteriormente, las estimaciones de la sensibilidad de la temperatura global a una duplicación del dióxido de carbono oscilaron entre 1,5° C y 5° C. Esta nueva investigación habla de que las temperaturas medias globales aumentarán entre un 3° C a 5° C, con una duplicación del dióxido de carbono", ha explicado Steven Sherwood.

Las observaciones muestran que cuando el vapor de agua es absorbido por la atmósfera a través de la evaporación, las corrientes ascendentes pueden elevarse a 15 kilómetros para formar nubes que producen lluvias intensas o se elevan a pocos kilómetros antes de regresar a la superficie sin formar nubes de lluvia.

Impacto del vapor de agua

Cuando las corrientes ascendentes se levantan a pocos kilómetros se reduce la cubierta total de nubes, ya que tiran más vapor lejos de las regiones más altas de formación de nubes. Sin embargo el vapor de agua no se aleja de las regiones de formación de nubes cuando sólo hay 15 kilómetros de profundidad en las corrientes ascendentes.

Los investigadores encontraron que los modelos climáticos que muestran una baja respuesta de la temperatura global al dióxido de carbono no incluyen suficientemente este proceso de vapor de agua de nivel inferior. En su lugar, simulan casi todas las corrientes ascendentes en una elevación de 15 km y la formación de nubes.

Cuando sólo están presentes las corrientes ascendentes más profundas en los modelos climáticos, se forman más nubes y hay un aumento del reflejo de la luz solar. En consecuencia, el clima global en estos modelos se vuelve menos sensible en su respuesta al dióxido de carbono atmosférico. Sin embargo, las observaciones del mundo real muestran que este comportamiento es erróneo.

Aplicación de los modelos

Cuando los procesos en los modelos climáticos se corrigen para que coincida con las observaciones en el mundo real, los modelos producen ciclos que tienen vapor de agua a una gama más amplia de alturas en la atmósfera, causando menos nubes que se forman conforme el clima se calienta. Esto aumenta la cantidad de luz solar y calor que entra en la atmósfera y, como resultado, eleva la sensibilidad de nuestro clima al dióxido de carbono o cualquier otra perturbación.

El resultado es que cuando los procesos de vapor de agua se representan correctamente, la sensibilidad del clima a una duplicación del dióxido de carbono, que se producirá en los próximos 50 años, significa que podemos esperar un aumento de temperatura de por lo menos 4° C para el año 2100. “Incrementos en la temperatura global de estas magnitudes tendrían impactos profundos en el mundo y las economías de muchos países si no conseguimos frenar las emisiones de gases como el dióxido de carbono de forma urgente”, indica el responsable de esta investigación.

Fuente: La Vanguardia

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